Fuente: El Colombiano
Continúa la discusión para construir el próximo POT. Esta vez se abordó el vínculo entre naturaleza y ciudad.
Por Juan Carlos Valencia Gil | Publicado el 7 de octubre de 2014
Casi todo el territorio de Medellín es vecino de alguna quebrada.
La afirmación del arquitecto Alejandro Echeverri, director del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de la Universidad Eafit, da cuenta de la importancia de las quebradas para los 2"400.000 habitantes de Medellín.
De ahí que hayan sido uno de los temas del foro que tuvo lugar ayer en esta universidad, con el fin de aportarle ideas al próximo Plan de Ordenamiento Territorial (POT), cuyo proyecto de acuerdo será llevado por el Concejo a primer debate el 19, 20 y 21 de octubre, y a segundo, el 26 y 27.
La actividad fue organizada por Eafit, su centro de estudios Urbam y El Colombiano.
Solo en la zona urbana de Medellín, Bello, Envigado e Itagüí hay 201 quebradas que suman un total de 195.110 metros lineales. Y muchos las desconocen, y las contaminan, y construyen en sus bordes o hasta encima de ellas.
Para Zoraida Gaviria, directora de la Especialización en Gestión y Procesos Urbanos de la Escuela de Ingeniería de Antioquia, "las quebradas son la posibilidad de bajar el modelo del POT a la cotidianidad, a la cercanía con la gente, y cuando los modelos son exitosos, se pueden replicar. Invito a bajar el modelo a ese nivel de lo local".
Por ello, reflexionó sobre la importancia de concebirlas como ordenadoras del crecimiento de la ciudad, de modo que se puedan convertir en referentes de identidad.
Lenguaje sencillo
Yes que una de las peticiones más recurrentes de la ciudadanía es poder entender el lenguaje del POT, su terminología, partiendo de que para mucha gente, el solo término POT le suena abstracto y complejo.
Comprenderlo como la gran norma para organizar el territorio y controlar los usos que los pobladores hacen de él, al tiempo que soporta la construcción de la ciudad del futuro, en este caso la que se proyecta de aquí a 2030, ha sido una de las explicaciones de las autoridades.
En ese contexto, las quebradas constituyen uno de esos elementos clave para mostrarle a todo el mundo la cercanía y la importancia de un POT.
El biólogo Guillermo Penagos, consultor en sostenibilidad ambiental, dijo que nuestra relación con las quebradas comienza desde el territorio mismo. "Que no tenga que haber obras de concreto para que el agua baje por ahí rápidamente como elemento aislado. Hay un potencial de arraigo muy fuerte relacionado con las quebradas", expresó.
Para dar un ejemplo de la relevancia de los afluentes, dijo que los de la cuenca Pantanillo abastecen el consumo de agua del 50 % del Valle de Aburrá y tienen alto nivel de probabilidad de escasez hacia 2025. Pidió entenderlos como cuencas hidrográficas y estructurantes de espacio público y paisaje.
Por su parte, Jorge Blandón, director de la Corporación Cultural Nuestra Gente, hizo un llamado para comprender la quebrada desde el nacimiento hasta la llegada al río.
En esta tarea, indicó, es fundamental proteger a los moradores del entorno de los afluentes. "La gente precisa crecer con el sueño. Es una victoria conjunta de quienes viven ahí y del Gobierno. Es necesario hacer de estos procesos un asunto con la gente".
Carlos Mario Uribe Zapata, concejal de Cambio Radical, fue más allá y solicitó analizar la relación de las poblaciones de las 52 veredas de Medellín con las quebradas. "En el POT vigente poco importa el componente rural. Ahora hay uno que esperamos que se dinamice. En los bordes se da la conectividad vereda – barrio".
Jorge Pérez Jaramillo, director del Departamento Administrativo de Planeación, detalló que el 71,8 % del suelo del municipio es rural y, en su concepto, "estaba muy poco gobernado y controlado en el POT. No existían políticas de vivienda y hábitat campesino".
El funcionario agregó que las intervenciones que, por décadas, se han dado en la parte alta de los afluentes, devienen en desastres aguas abajo.
"En el marco del POT deberíamos tener un plan de quebradas referente al urbanismo. Coincido con Alejandro (Echeverri) en que no podemos seguir entendiendo las quebradas como fronteras", anotó Pérez.
La vida en los bordes
El otro tema del foro fue la vida en los bordes de la ciudad y, a partir de ahí, el análisis sobre cómo hacerla digna, segura y sostenible.
El arquitecto Sebastián Bustamante, integrante de Urbam, afirmó que en esta capital, 284.000 personas viven en riesgo de deslizamiento y en 2030 podrían ser 344.000.
En asuntos como la estabilización de taludes y el manejo del agua, sugirió trabajar con las comunidades y echar mano de la bioingeniería, de tal forma que las intervenciones sean respetuosas con el medio ambiente y el paisaje.
Desde su experiencia como líder en la zona nororiental, César Mendoza, coordinador de la Fundación Sumapaz, señaló que los funcionarios no pueden llegar a los territorios desconociendo los procesos sociales de base.
Añadió que la protección de moradores es una de las preocupaciones en los barrios de la parte alta de la montaña cuando se les habla del proyecto Cinturón Verde Metropolitano y intervención en Medellín, denominada Jardín Circunvalar.
Dijo que muchos de estos pobladores llegaron del campo, desplazados por la violencia. "La gente sí participa del proceso, pero cuando se siente consultada, no cuando encuentra la maqueta hecha", comentó.
Entretanto, William Álvarez, líder de Planeación Institucional del Área Metropolitana, explicó que el borde no es único sino difuso, y mencionó que en un estudio de la Universidad Nacional para el Cinturón Verde se encontraron 16 tipos de borde.
Aclaró que los suelos de protección requieren de un acuerdo social.
"Hay que llegar a un acuerdo sobre qué no ocupamos. El Valle de Aburrá está en zona de recarga, de nacimientos. Si hoy fuéramos a localizar una ciudad en este sitio, no se podría por todos los acuíferos y bordes. Se montó una ciudad en suelo de protección. Tapamos pequeñas corrientes, saturamos y vienen los desastres. Lleguemos a acuerdos mínimos y respetémoslos", advirtió el experto.
Olga Cuartas, integrante de la Corporación Parque Arví, indicó que este parque es un eje que puede juntar el Cinturón Verde y el Parque Central de Antioquia. Agregó que estas zonas de ladera son ricas en arqueología y ello no ha sido suficientemente estudiado.
Eulalia Borja, habitante del barrio María Cano - Carambolas (comuna Manrique), preguntó: "¿Es posible frenar el crecimiento en ladera, cuando aún hay conflicto armado y explotaciones mineroenergéticas que desplazan a los campesinos hacia la ciudad?"
Conceptuó que, como hizo Urbam, el Municipio también debe leer y escuchar a las comunidades.
Casi todo el territorio de Medellín es vecino de alguna quebrada.
La afirmación del arquitecto Alejandro Echeverri, director del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de la Universidad Eafit, da cuenta de la importancia de las quebradas para los 2"400.000 habitantes de Medellín.
De ahí que hayan sido uno de los temas del foro que tuvo lugar ayer en esta universidad, con el fin de aportarle ideas al próximo Plan de Ordenamiento Territorial (POT), cuyo proyecto de acuerdo será llevado por el Concejo a primer debate el 19, 20 y 21 de octubre, y a segundo, el 26 y 27.
La actividad fue organizada por Eafit, su centro de estudios Urbam y El Colombiano.
Solo en la zona urbana de Medellín, Bello, Envigado e Itagüí hay 201 quebradas que suman un total de 195.110 metros lineales. Y muchos las desconocen, y las contaminan, y construyen en sus bordes o hasta encima de ellas.
Para Zoraida Gaviria, directora de la Especialización en Gestión y Procesos Urbanos de la Escuela de Ingeniería de Antioquia, "las quebradas son la posibilidad de bajar el modelo del POT a la cotidianidad, a la cercanía con la gente, y cuando los modelos son exitosos, se pueden replicar. Invito a bajar el modelo a ese nivel de lo local".
Por ello, reflexionó sobre la importancia de concebirlas como ordenadoras del crecimiento de la ciudad, de modo que se puedan convertir en referentes de identidad.
Lenguaje sencillo
Yes que una de las peticiones más recurrentes de la ciudadanía es poder entender el lenguaje del POT, su terminología, partiendo de que para mucha gente, el solo término POT le suena abstracto y complejo.
Comprenderlo como la gran norma para organizar el territorio y controlar los usos que los pobladores hacen de él, al tiempo que soporta la construcción de la ciudad del futuro, en este caso la que se proyecta de aquí a 2030, ha sido una de las explicaciones de las autoridades.
En ese contexto, las quebradas constituyen uno de esos elementos clave para mostrarle a todo el mundo la cercanía y la importancia de un POT.
El biólogo Guillermo Penagos, consultor en sostenibilidad ambiental, dijo que nuestra relación con las quebradas comienza desde el territorio mismo. "Que no tenga que haber obras de concreto para que el agua baje por ahí rápidamente como elemento aislado. Hay un potencial de arraigo muy fuerte relacionado con las quebradas", expresó.
Para dar un ejemplo de la relevancia de los afluentes, dijo que los de la cuenca Pantanillo abastecen el consumo de agua del 50 % del Valle de Aburrá y tienen alto nivel de probabilidad de escasez hacia 2025. Pidió entenderlos como cuencas hidrográficas y estructurantes de espacio público y paisaje.
Por su parte, Jorge Blandón, director de la Corporación Cultural Nuestra Gente, hizo un llamado para comprender la quebrada desde el nacimiento hasta la llegada al río.
En esta tarea, indicó, es fundamental proteger a los moradores del entorno de los afluentes. "La gente precisa crecer con el sueño. Es una victoria conjunta de quienes viven ahí y del Gobierno. Es necesario hacer de estos procesos un asunto con la gente".
Carlos Mario Uribe Zapata, concejal de Cambio Radical, fue más allá y solicitó analizar la relación de las poblaciones de las 52 veredas de Medellín con las quebradas. "En el POT vigente poco importa el componente rural. Ahora hay uno que esperamos que se dinamice. En los bordes se da la conectividad vereda – barrio".
Jorge Pérez Jaramillo, director del Departamento Administrativo de Planeación, detalló que el 71,8 % del suelo del municipio es rural y, en su concepto, "estaba muy poco gobernado y controlado en el POT. No existían políticas de vivienda y hábitat campesino".
El funcionario agregó que las intervenciones que, por décadas, se han dado en la parte alta de los afluentes, devienen en desastres aguas abajo.
"En el marco del POT deberíamos tener un plan de quebradas referente al urbanismo. Coincido con Alejandro (Echeverri) en que no podemos seguir entendiendo las quebradas como fronteras", anotó Pérez.
La vida en los bordes
El otro tema del foro fue la vida en los bordes de la ciudad y, a partir de ahí, el análisis sobre cómo hacerla digna, segura y sostenible.
El arquitecto Sebastián Bustamante, integrante de Urbam, afirmó que en esta capital, 284.000 personas viven en riesgo de deslizamiento y en 2030 podrían ser 344.000.
En asuntos como la estabilización de taludes y el manejo del agua, sugirió trabajar con las comunidades y echar mano de la bioingeniería, de tal forma que las intervenciones sean respetuosas con el medio ambiente y el paisaje.
Desde su experiencia como líder en la zona nororiental, César Mendoza, coordinador de la Fundación Sumapaz, señaló que los funcionarios no pueden llegar a los territorios desconociendo los procesos sociales de base.
Añadió que la protección de moradores es una de las preocupaciones en los barrios de la parte alta de la montaña cuando se les habla del proyecto Cinturón Verde Metropolitano y intervención en Medellín, denominada Jardín Circunvalar.
Dijo que muchos de estos pobladores llegaron del campo, desplazados por la violencia. "La gente sí participa del proceso, pero cuando se siente consultada, no cuando encuentra la maqueta hecha", comentó.
Entretanto, William Álvarez, líder de Planeación Institucional del Área Metropolitana, explicó que el borde no es único sino difuso, y mencionó que en un estudio de la Universidad Nacional para el Cinturón Verde se encontraron 16 tipos de borde.
Aclaró que los suelos de protección requieren de un acuerdo social.
"Hay que llegar a un acuerdo sobre qué no ocupamos. El Valle de Aburrá está en zona de recarga, de nacimientos. Si hoy fuéramos a localizar una ciudad en este sitio, no se podría por todos los acuíferos y bordes. Se montó una ciudad en suelo de protección. Tapamos pequeñas corrientes, saturamos y vienen los desastres. Lleguemos a acuerdos mínimos y respetémoslos", advirtió el experto.
Olga Cuartas, integrante de la Corporación Parque Arví, indicó que este parque es un eje que puede juntar el Cinturón Verde y el Parque Central de Antioquia. Agregó que estas zonas de ladera son ricas en arqueología y ello no ha sido suficientemente estudiado.
Eulalia Borja, habitante del barrio María Cano - Carambolas (comuna Manrique), preguntó: "¿Es posible frenar el crecimiento en ladera, cuando aún hay conflicto armado y explotaciones mineroenergéticas que desplazan a los campesinos hacia la ciudad?"
Conceptuó que, como hizo Urbam, el Municipio también debe leer y escuchar a las comunidades.
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