jueves, 16 de octubre de 2014

¿Una ciudad en permanente transformación?

Fuente: Colombia Informa


Por Hernán Pineda*

Medellín fue catalogada como la urbe más innovadora del mundo en 2013. Fue la sede, el pasado mes de abril, del World Urban Forum en su séptima versión. A pesar de presentarse ante el mundo como vitrina de innovación, la ciudad sigue siendo cuna de la delincuencia organizada, la prostitución, la inequidad y el despojo. A continuación un análisis de la renovación urbana en la ciudad ‘de la eterna primavera’.

Medellín es una ciudad de grandes contradicciones, mientras se muestra como ejemplo de progreso, como la ciudad más innovadora del mundo, mientras en algunos puntos de ella se construyen proyectos de impacto que a simple vista mejoran el paisaje, las condiciones de los pobladores de “la ciudad de la eterna primavera” no han variado significativamente.

La ciudad presenta altos índices de inequidad urbana, como lo muestra el último informe de UN-Hábitat presentado en el II Foro Urbano Nacional realizado en Octubre de 2013 en la ciudad de Santa Marta, donde se evidenció además que “Colombia es el único país que incrementa desigualdades con o sin crecimiento económico”, y Medellín es una de las ciudades con mayor inequidad urbana, tendencia que no ha variado en los últimos 18 años. (El tiempo, 2013)

Es imposible negar la transformación fisicoespacial que ha vivido la ciudad de Medellín en la última década, pero a su vez es importante indagar por el objetivo concreto de los proyectos que se han ejecutado en la ciudad en este periodo y han potenciado su actual transformación.

Hoy nos encontramos con una ciudad que vive un proceso de desindustrialización, con cifras de desempleo estructural por encima del promedio nacional, cercanas al 10% y una informalidad del 50% según cifras del DANE, además la ciudad atraviesa por un proceso de cambio en su vocación productiva, trasladando esa histórica vocación industrial a una de venta de servicios, tal como lo ilustra (Gómez, 2008):

“El perfil económico de la ciudad, muestra una tendencia de especialización productiva en empresas prestadoras de servicio en el conjunto de la actividad económica, con un peso del 71%, lo que no da lugar a dudas sobre la primacía del proceso de tercerización de la economía. El tejido empresarial de las unidades económicas de la ciudad, según el censo realizado por el DANE en 2005 cuantificó que Medellín tenía un emplazamiento empresarial de 99.932 unidades económicas. De este total y dedicadas a servicios se encontraron 30.288 que representan el 30.30%. En las actividades de comercio y servicios de distribución el 44.90% (44.870 unidades económicas), mientras que en actividades industriales sólo se encontraron 11.891 establecimientos para una participación del 12%”.

Pero también viene desarrollando grandes obras de infraestructura, modificación del espacio construido, de la mano de grandes eventos de ciudad, muchos de talla internacional, en un proceso de inserción global. Incluso encontramos dentro del discurso institucional, que parte de la transformación obedece a ese proceso de internacionalización. Este proceso está marcado por las nuevas características de globalización económica y el papel de las ciudades, a través de la conformación de nodos principales y secundarios en una red mundial de ciudades. El objetivo actual es atraer flujos de inversión, lograr ofrecer condiciones para que determinadas empresas trasnacionales o firmas globales se asienten en determinados territorios. El discurso de la competitividad, la gobernanza, las estrategias de marketing y promoción de ciudad hacen parte integral de este proceso.

Algunos autores han planteado de manera más profunda este tema, a la hora de analizar el nuevo rol de las ciudades, Benach resalta que “la ciudad ha devenido toda ella una mercancía colocada en un escaparate global en el que, además de tener o crear ventajas competitivas, hay que saber comunicarlas o más directamente, “venderlas””. (Benach, 2009). Y no cualquier tipo de mercancía, una mercancía de lujo, para atraer determinados visitantes e inversionistas con mayor capacidad económica.

La renovación del espacio, el nuevo discurso frente a la ciudad, no solo busca atraer flujos de capital y personas, también buscan la construcción de consensos en la población frente a lo que se hace, generando condiciones de patriotismo, frases como “las más educada” , “la más solidaria”, “la más competitiva”, “la más innovadora”, el destacar los premios obtenidos a nivel internacional, hacen parte de esa construcción de sentimiento de ciudad, para que lo habitantes perciban y acepten los cambios en la ciudad sin importar que el modelo que se construye genere desplazamiento sobre amplios sectores de la misma, casi siempre los de menores condiciones socioeconómicas, quizás por eso encontramos que los procesos de resistencia son parciales y no de ciudad.

Benach introduce un aspecto importante para analizar la adaptación del espacio urbano a las formas de funcionamiento global, relacionado con el consenso de la propia ciudadanía respecto a los cambios producidos y la forma de actuar de los gobiernos locales, que bien podría aplicar en Medellín, en este sentido la ciudad es ahora simultáneamente empresa (por su modo de gestión), mercancía (como producto a vender) y patria (por la creación de sentido de pertenencia y de patriotismo de ciudad), elementos presentes en la política urbana de nuestra ciudad.

La sensación de disfrute igual de la ciudad: Entre la inserción Global y la calidad de vida de los habitantes

Desde la visión institucional, el proceso de transformación de Medellín ha estado orientado por las lógicas de globalización que han impulsado el cambio de la vocación económica de la ciudad, donde el suelo urbano a intervenir tiene dos propósitos, uno la ejecución de grandes obras que permitan un grado de rentabilidad para las empresas privadas que las ejecutan, dos, construir una infraestructura con dos objetivos: generar una sensación de disfrute igual de la ciudad para los habitantes donde se instalan esos proyectos y como soporte para la imagen y promoción de la ciudad a nivel internacional.

En términos de reconocimiento a nivel internacional, la ciudad avanza, de acuerdo a la última medición del ranking de ciudades latinoamericanas para la atracción de inversión, Medellín es una ciudad atractiva, así lo expresa el informe “Medellín merece una mención especial. Esta ciudad llega, en esta versión 2014 de nuestro ranking, al “top 10” de la atracción de inversiones en América Latina, subiendo tres puestos con respecto al año anterior, y doce en relación con el escalafón de 2012. Este avance se debe no solo a la plataforma nacional, sino también a una destacada gestión internacional de su “marca-ciudad” que se traduce en un avance en su reputación y en una presencia creciente de multinacionales dentro de su área metropolitana, haciendo de Medellín un destino cada vez más atractivo para la localización de asentamientos productivos de escala global".

En términos de calidad de vida no. El programa Medellín Cómo Vamos señala que de los más de 2 millones 368 mil habitantes que tiene la ciudad, 213 mil personas (con las que se puede llenar cinco veces el estadio Atanasio Girardot), es decir el 9 por ciento, viven en condiciones de pobreza extrema. Otros 468 mil (el 22 por ciento) viven en situación de pobreza.

Los Índices de Desarrollo Humano (IDH), de Calidad de Vida (IDV) y el Multidimensional de Condiciones de Vida (IMCV) coinciden en que la comuna de El Poblado sigue siendo la que tiene el mayor nivel de desarrollo social y económico, mientras que la comuna 1 o Popular registra las peores mediciones. El coeficiente Gini, que mide la diferencia de ingresos entre ricos y pobres, es de 0,53, uno de los altos del país.

Datos que nos dan indicios para argumentar que el eje de la transformación no es la calidad de vida de los habitantes. En este sentido (Gómez, 2008) resalta la transformación de la ciudad y su intencionalidad, en busca de la inserción global:

“La evidencia hoy es la de un cambio en la imagen del centro y sus territorios expandidos, una aguda polarización de la población y el contraste sobre las inversiones públicas y privadas que han estado dirigidas prioritariamente a las infraestructuras y equipamientos requeridos para la vinculación efectiva de la ciudad a la red mundial mediante inversiones hacia el marketing y la imagen competitiva de la misma, a costa de los estratos medios y bajos donde la inversión pública es fragmentada e insuficiente y en casos más críticos inexistente”.

O en palabras de habitantes de la comuna nororiental, al referirse a las intervenciones en el marco del Proyecto Urbano Integral desarrollado en la comuna, que bien podríamos trasladar a otros sectores de la ciudad:

“lo estético ha mejorado, pero la vida, las dificultades eso todavía perdura, lo que cambio fue el entorno no las personas, las personas siguen desempleadas, con la misma pobreza, ahora fulana dice que ya no tiene para la cuenta de servicios, entonces ya las personas viven más intranquilos, viven renegando de eso dicen que vivían en el rancho con un alambrito de contrabando y no tenían que pagar servicios, la mayoría de las personas por aquí son mujeres cabezas de familia, con empleos informales”.

El debate está abierto. ¿Cuál es el modelo de ciudad que queremos?, ¿una ciudad “agradable”, con grandes obras, con reconocimiento a nivel internacional, o una ciudad que no genere despojo y que responda a la condiciones de dignidad para sus habitantes? Las reflexiones quedan abiertas.

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* Estudiante de Maestría en Estudios Urbano Regionales de Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín e integrante del Equipo Político Nacional de Poder y Unidad Popular.

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